Wednesday, August 11, 2010

Beyond the Inka Trail / Mas alla del Camino Inka


(El castellano sigue el inglés) 
Cordillera of Bolivia Photos by Barbara Donachy, copyright 2010
You've probably heard of the Inka Trail to Machu Picchu. Hundreds of dollars. Waiting list months long. But what most folks don't know is that there are Inka Trails all over the Andes and even treks that follow trails made by llamas. I just hiked one of these high country treks in the Cordillera of Bolivia. Here is what it was like.

There are no trees or bushes at this elevation of about 5,000 meters above sea level. Ichu bunch grass covers the ground. Llamas and sheep nibble it down to a buzz-cut stubble. Tiny white star-shaped flowers bloom in private crevices. Volcanic rock shoots craggy black spires against the sapphire August winter sky. Glaciers shimmer white in the changing light of the sun. We hear only the crunching of our boots on the shale gravel, the gentle laughter of water trickling over rocks and ice, the cry of a lamb scampering to its mother and the tinkle of a bell tied around the neck of a grazing llama.
Icycles on a shaded little waterfall near the trail
I chose Adolfo Andino out of the many tourist trekking agencies that line Sagarnaga Street in La Paz, Bolivia. Since I am 51 years old and overweight, I requested a "lite" version of a trek. Adolfo recommended Tuni to the base camp of Condoriri for Day 1; for Day 2, a day hike as desired around that glacial valley or an attempt to reach Pico Austria; and for Day 3 a hike back to Tuni. For $110 each, he organized everything for our expedition—loaned us Doite Tents and Northface sleeping bags (a bit worn by much use), bought our food, coordinated our private transportation to and from the trailhead, and hired a guide and her mule to accompany my friend and me, carry our gear, and even set up our tents and cook our meals.


Regina, an Aymara woman, and her mule were our companions. She strapped on the back of the grey fuzzy-faced creature our backpacks, borrowed tents and sleeping bags, a kerosene cookstove, and a box with three days' worth of food. The trek started at Regina's home in the rural community of Tuni, which we reached from a dirt road that crossed the highway to Copacabana in the pueblo of Patamata. The first part of the hike crossed marshlands (jump over the rivulets!) then followed a dirt road that runs past a reservoir monitored by the water company EPSAS. After passing small dams with stonework that my friend Barb commented resembled the work of the ancient Tiwanaku culture, we left the dirt road and followed a llama path up a grassy slope.


The path led us through a glacier-carved canyon where flocks of llamas grazed and occasionally approached us out of curiosity. At a resting point, one of the llamas facing me made a hacking sound and started moving its jaw around as if ready to launch a major loogie. I asked Regina what I should do to avoid being spat upon. Should I freeze? Should I run? She said not to worry about doing anything. The llama was irritated by another llama. They only spit at each other. Unless, that is, you try to grab one.


The loogie never got launched and that llama shared part of our journey with us at a companionable distance.


We camped near an adobe house on the shore of a lake formed by the melting glaciers, which looked so close it seemed as if I could reach out and touch the horizon. Although daylight was t-shirt weather for Barb, at sundown we put on all the layers we had brought. The stars came out with a clarity seldom seen by urban eyes. The Milky Way was truly like milk spilt across a glittery black velvet tablecloth. The Southern Cross was harder to find now that gazillions of its neighbors were out and about. Orion had all of his accoutrements on display.


The woman who lives in the adobe house offered to cook us fresh trout she had caught from the lake. We accepted and enjoyed a delicious meal with homegrown Andean native potatoes.


Trout are not native to the Andes. They have been "planted" in many lakes for commerce or to control mosquitoes in man-made reservoirs. Further North, in Lake Titicaca, the trout are reducing the native fish populations. But in this isolated high-altitude lake, it appears that there would not have been any fish except for the introduced trout that we were savoring.


In our tents, our water bottles froze in the night as we tossed and turned, trying to stay warm. (Hint: bundle up in so many layers of clothes that you could sleep warm with just those clothes. Then the sleeping bag is an extra bonus. Do not rely on the borrowed bag and foam mat to keep you toasty when temperatures drop below freezing.)


Sunrise of warmth and joy. It is easy to sense why the sun was and is a major deity in the cultures of the Andes: Inti. Life-giving, life-nourishing Inti. I felt like singing in appreciation for the sun, like the Inkas sang for two days, according to a Spanish chronicler over 400 years ago. The whole town, he wrote, sang a ceremony with the sun. The song started softly with sunrise, crescendoed to a climax at high noon, and slowly subsided in the afternoon to the final note ending with the last ray of sunset. That was verse one. Verse two they sang the second day. The chronicler was stricken with fear at the majestic power of the people singing in harmony with the sun.
After this three-day hike at the top of the Andes, I felt like my spiritual batteries had been recharged and my mind had been defragmented.

  









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MAS ALLA DEL CAMINO INKA


Usted probablemente ha oído hablar del Camino Inca a Machu Picchu. Cientos de dólares. Larga lista de meses para esperar. Pero lo que más gente no sabe es que hay Inka Senderos todos los Andes e incluso caminatas que siguen los senderos hechos por las llamas. Pensé que subió una de estas caminatas país de alta en la Cordillera de Bolivia. Esto es lo que era.
 
No hay árboles o arbustos a esta altitud de unos 5.000 metros sobre el nivel del mar. Ichu cubre el suelo. Las llamas y las ovejas, se lo mordisquean hasta muy corto. Las flores miniaturas en forma de estrella brotan en las grietas privado. Roca volcánica brotes escarpadas agujas negras contra el cielo de invierno de zafiro de agosto. Glaciares blancos brillan de la luz cambiante del sol. Oímos sólo el crujido de las botas sobre la grava de pizarra, la risa suave de agua goteando sobre las rocas y el hielo, el grito de una obejita corriendo a su madre y el tintineo de una campanilla atada alrededor del cuello de una llama pastoreando.

Elegí Adolfo Andino de las agencias de senderismo que estan en la calle Sagarnaga en La Paz, Bolivia. Puesto que soy 51 años de edad y de sobrepeso, me pidió una versión "lite" de una caminata. Adolfo recomienda Tuni al campo base del Condoriri para el Día 1, para el Día 2, una excursión de un día como se desee en torno a ese valle glaciar o un intento de alcanzar el Pico Austria, y para el día 3 una caminata de regreso a Tuni. Él organizó todo para nuestra expedición, nos prestó carpas Doite y sacos de dormir Northface (un poco desgastado por el mucho uso), compró nuestra comida, coordinó nuestro transporte privado ida y vuelta al comienzo del sendero, y contrató a una guía y su mula para acompañar a mi amigo y a mí, llevar a nuestro equipo, e incluso colocar las carpas y cocinar nuestras comidas.

Regina, una señora Aymara, y su mula eran nuestros compañeros. Ella colocó en la espalda de la criatura gris con cara peluchosa, nuestras mochilas, carpas y sacos de dormir prestados, un horno de queroseno, y una caja que contiene la comida para los tres dias. La caminata comenzó en la casa de Regina en la comunidad rural de Tuni, que llegamos por un camino de tierra que cruzaba la carretera a Copacabana en el pueblo de Patamata. El primer parte de la caminata cruzamos pantanos (¡saltar por encima de los pequeños rios!) Y luego siguió un camino de tierra que pasa por un lago artificial controlado por la compañía de agua EPSAS. Después de pasar pequeñas represas con piedras que mi amiga Barb comentó parecía un poco como el estilo de la antigua cultura Tiwanaku, dejamos el camino de tierra y siguió un camino hecho por las llamas por una loma cubierta de hierba.

El sendero nos condujo a través de un cañón tallado por glaciares donde pastaban rebaños de llamas y en ocasiones se nos acercó por curiosidad. En un momento de descanso, una de las llamas frente a mí hizo un ruido y comenzó a moverse alrededor de su mandíbula como si fuera a espupir. Le pregunté a Regina lo que debo hacer para evitar ser escupido. ¿Debo no mover? ¿Debo correr? Ella dijo que no se preocupe por hacer nada. La llama se sintió irritado por otra llama. Sólo escupen unos a otros. Pero no debe de tratar de agarrar una.

El nunca escupo y nos acompañó a una distancia sociable por parte de nuestro viaje.

Acampamos cerca de una casa de adobe en la orilla de un lago formado por el deshielo de los glaciares, que parecía tan cerca que parecía como si pudiera tocar el horizonte. Aunque la luz del día el tiempo era de polera de mi amiga Barbara, al caer el sol que le ponemos a todas la ropa que habíamos traído. Las estrellas salieron con una claridad rara vez visto por los ojos urbanos. La Vía Láctea era en verdad como la leche derramada a través de una brillante mantel de terciopelo negro. La Cruz del Sur fue más difícil de encontrar ahora que tropecientos billones de sus vecinos fueron a salir. Orion tuvo todos sus pertrechos en la vista.

La mujer que vive en la casa de adobe nos ofrecó cocinar trucha fresca que había pescado en el lago. Nosotras aceptamos y disfrutamos de una deliciosa comida con papas nativas andinas.

Trucha no son nativos de los Andes. Han sido "plantados" en muchos lagos para el comercio o para controlar los mosquitos en los embalses artificiales. Más al norte, en el lago Titicaca, la trucha están reduciendo las poblaciones de peces nativos. Pero en este lago aislados de gran altura, parece que no habría sido ningún pescado a excepción de la trucha introducida que estábamos saboreando.

En nuestras carpas, las botellas de agua se congeló en la noche y dabamos vueltas, tratando de mantenernos calientes. (Nota: se envuelva en tantas capas de ropa que se podía dormir calientito con esa ropa no mas. Entonces, el saco de dormir es un bono extra. No confíe en la bolsa prestada y colchoneta de espuma para mantenerte calentito cuando las temperaturas caen por debajo de cero. )

Salida de calor y alegría. Es fácil de detectar por qué el sol era y es una deidad importante en las culturas de los Andes - Inti. Que da la vida - Inti. Yo tenía ganas de cantar en agradecimiento por el sol, como los Incas cantaron durante dos días, según a un cronista español hace más de 400 años. Toda la ciudad, él escribió, cantó una ceremonia con el sol. La canción comenzó suavemente con la salida del sol, crescendo a un clímax en pleno mediodía, y poco a poco se calmó en la tarde a la nota final que termina con el último rayo de sol. Eso fue un verso. Verso dos cantaron el segundo día. El cronista tuvo miedo ante el poder majestuoso de la gente cantando en armonía con el sol.

Después de esta caminata de tres días en las alturas de los Andes, me sentí como mis baterías espirituales habían sido recargadas y mi mente había sido desfragmentado.
Article first published as "Beyond the Inka Trail" on Blogcritics.org